Es un pequeño rincón escondido en el corazón del barrio del Albaicín, que combina la historia y la tranquilidad con unas vistas espectaculares. Desde este mirador, se obtiene una vista encantadora de la Alhambra y el Generalife, enmarcada por las casas blancas y empedradas del Albaicín. Lo que lo hace especial es su ambiente íntimo y auténtico, además de su conexión con la vida cotidiana del pasado.